sábado, 2 de agosto de 2014

La ausente del siglo XXI: La Voluntad

La ausente del siglo XXI: La Voluntad

Esa vieja pincelada humana que, junto con la racionalidad, la libertad, la capacidad de amar y de hacer cultura, nos diferencia de los animales.        
Autor: Por Ana Elena Barroso | 
Fuente: http://mujer-catolica.blogspot.it

El siglo pasado estuvo lleno de vicisitudes y guerras. La voluntad y la reflexión constituyeron columnas vertebrales en las generaciones que las superaron y sobrevivieron. En la actualidad muchas de las desgracias que sufre la humanidad se tratan de solucionar con otras armas que no parecen dar un resultado favorecedor al hombre.

La problemática social actual: adicciones, embarazos no deseados, madres solteras, divorcio, abandono, abuso físico, emocional, psicológico, sexual, deserción escolar, bullying, violencia, persisten en una generación que no encuentra el modo de librarse de ellas con los instrumentos que ofrece la cultura de hoy: interés individualista, mínimo esfuerzo, cero compromiso, salida fácil y cero renuncia al yo.

Una cultura que premia el camino fácil etiquetándolo de astucia, que identifica el seguir los instintos con la libertad, que acusa el uso del razonamiento de represión, que proclama el reinado de los sentimientos a flor de piel y tacha a la reflexión de cobardía, advirtiendo de cualquier compromiso como esclavizante y presentando la renuncia como fracaso. Cultura que ha engendrado una generación de la espontaneidad, donde cualquier reflexión en la toma de decisiones es lastre para la felicidad.

Estos elementos que la cultura "moderna" ofrece al hombre para enfrentar estos problemas se basan en un libertinaje y autonomía ilimitados, que pueden sonar muy atractivos, pero que en la práctica no le dan la capacidad de superar las dificultades personales que la vida le arroja.

Y esta generación, ¿Podrá encontrar la solución en los prodigios de sus manos, como la tecnología?
¿O necesita mirar atrás y aprender de aquellas generaciones de sobrevivientes de hace décadas? ¿Que tenían esas personas del siglo pasado que admiramos por sus logros y avances?

La respuesta puede estar más ceca de lo que nos imaginamos y más lejos de lo que necesitamos.

En muchas de estas complicadas problemáticas sociales modernas se percibe un fondo de dejadez. Es como si hubiéramos dejado de caminar por años y ahora quisiéramos correr del león que nos ataca. No podremos escapar porque los músculos que necesitamos para alejarse del peligro no responden. Estos músculos atrofiados podrían ser la voluntad y la reflexión.

Sí, LA VOLUNTAD
. Esa vieja pincelada humana que, junto con la racionalidad, la libertad, la capacidad de amar y de hacer cultura, nos diferencia de los animales.

"La voluntad (del latín voluntas) es la potestad de dirigir el accionar propio. Se trata de una propiedad de la personalidad que apela a una especie de fuerza para desarrollar una acción de acuerdo a un resultado esperado. La voluntad implica generalmente la esperanza de una recompensa futura, ya que la persona se esfuerza para reaccionar ante una tendencia actual en pos de un beneficio ulterior. La voluntad ha motivado todo tipo de debates filosóficos ya que está vinculada a lo que se desea realizar y al entendimiento de las razones por las cuales un sujeto escoge hacer eso. Por lo tanto, la voluntad tiene relación con el libre albedrío."(1)

Es una fuerza que nos puede llevar a muchos lados, pero que siempre nos impulsa a tratar de alcanzar aquello que consideramos un bien, o un beneficio para nosotros. De ahí que la voluntad debe estar regida y dirigida por la razón y la reflexión para que nos lleve hacia un bien verdadero.

La voluntad puede ser un elemento decisivo ante los embates del mundo moderno que nos empuja a tomar decisiones precipitadas y basadas en el sentimiento del momento, o que nos arrincona a buscar salidas escabrosas cuando estamos sumergidos en problemas que nos sobrepasan.

Por eso es importante desarrollarla junto con la reflexión, en cualquier etapa de la vida, pero con más razón desde los primeros años de vida, cuando somos niños y jóvenes.

Todos necesitamos voluntad:
                    Voluntad para resistir lo que propone cultura materialista e individualista.
                    Voluntad para tomar decisiones de vida que nos protegen de una problemática futura.
                    Voluntad que nos lleva a someter los instintos y los sentimientos a la razón.
                    Voluntad para no ceder a la presión social de la cultura utilitarista y sexualizada imperante.


La voluntad puede constituir la mejor "vacuna" para prevenir las problemáticas sociales que nos aquejan hoy, e inclusive para prevenir los dolores "emocionales" que sufren muchos de los corazones.

lunes, 28 de julio de 2014

LA CRISIS DE LA CIENCIA MÉDICA

LA CRISIS DE LA CIENCIA MÉDICA
Por: Dr. Pavlusha K. Luyando joo
Lima-Perú

En la actualidad hay una crisis muy profunda en el campo de la ciencia médica, porque en la práctica no puede dar  respuesta a todas las necesidad de, no llena el vacío de la persona sufriente, ni da respuesta al profesional de la salud de todos los fenómenos que ocurren en la interacción humana con el enfermo.

La crisis actual de la ciencia médica se debe a cambios profundos en el pensamiento del profesional de salud, que ha conllevado a la construcción de una medicina que se aleja de su razón de ser: el paciente.
Mucho tiempo estuvimos convencidos que la ciencia podía darnos todas las respuestas, de alguna manera la ciencia médica se volvió dogmática porque pretendió dar todas las respuestas,  encontró en las teoría explicaciones (parciales) de algunos fenómenos y porque fue convincente.
El Positivismo permitió el avance de la ciencia; pero paradójicamente también la ha socavado porque centrarse únicamente en los fenómenos y no en la persona.

Las dimensiones humanas: aspecto crucial
La necesidad de apoyar al paciente en la dimensión  psicológica y espiritual siempre ha sido fundamental al acompañar al paciente en la búsqueda de la salud o bien para hacer más digno y tolerable su sufrimiento. Esta parte de la interacción terapéutica  está prácticamente abandonada por la medicina. La fijación exagerada en la dimensión física de la persona, hace que no surjan posibilidades reales que necesitan los pacientes.  

No es casual por ello que gran parte de esta crisis se manifieste en hechos deshumanizantes en la medicina, en donde la vida de un anciano o la de un bebe en desarrollo sea considerada  igual o hasta menos que la vida de un animal. Al quitar del campo de acción la importancia de lo psicológico y lo espiritual  son inevitables los errores con sus respectivas  consecuencias.

La importancia de cambiar de pensamiento en la medicina, no pasa por cambiar técnicas terapéuticas menos naturales a otras más naturales, menos sofisticadas a más sofisticadas o construir más hospitales y centros médicos; sino más bien por cambiar la forma de relacionarse con la persona que sufre por alguna enfermedad.
Humanizar la medicina es humanizarse así mismo primero, ya que no se puede dar lo que uno no tiene.

El contexto político económico influye en la medicina
Otro de los hechos que más ha influye en la medicina es el contexto económico y político. Los problemas sociales no son problemas mecánicos; sino más bien complejos, por consecuencia; los problemas de salud por su complejidad y causalidad muchas veces múltiples no pueden enfocarse de forma mecánica. De allí que la formación del profesional de salud debe ser integral  y no solamente en el aspecto técnico, es decir; deberá procurar otorgar herramientas para acercarse a la dimensión física, psicológica, social, intelectual y espiritual de la persona; así como una continua formación moral.

La idea de la “rentabilidad” del acto médico antes que la ayuda sincera al prójimo ha socavado tremendamente los ideales de la medicina.

No olvidemos que también es menester desarrollar en el profesional de salud: Reflexión, capacidad crítica y creativa. El acriticismo es  también una incapacidad muy peligrosa que permite que el profesional sea proclive a la manipulación orquestada muchas veces por individuos que buscan otras cosas distintas a los genuinos ideales de la medicina.
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