jueves, 30 de octubre de 2008

La Historia de Iván - un niño solo


Por Dr. Pavlusha Luyando Joo
luyandojoo@yahoo.com

Mis padres en ese entonces, aun no se habían casado. Mi madre trabajaba con profesora en un colegio en el Centro de Lima y mi papa era administrador de una Cooperativa. Ambos trabajaban y regresaban a eso de las siete u ocho de la noche
Cuando estaba en Jardín y el primer año de primaria, mi padre siempre me llevaba al colegio, pero tarde; muy poco le importaba la hora, era demasiado permisivo en cuanto a dejarme dormir…
¡Pobrecito! – seguramente diría al verme dormir, refiriéndose a mi poca voluntad por levantarme de la cama.

Al terminar las clases, la movilidad me recogía y me dejaba en la esquina del edificio donde vivía… Entraba a mi casa con una llave que llevaba colgada al cuello; pero que como todo niño, incontables veces se me olvidaba en la casa. Siete años de edad no bastaban para fijar mi atención en la bendita llave.
Cuando esto sucedía, me quedaba en las escaleras del edificio hasta la noche, cuatro o cinco horas eran las horas que a veces me pasaba durmiendo en los peldaños.
Yo siempre le voy a agradecer a la vecina del quinto piso, que muchas veces me encontró durmiendo en esas escaleras, que me invitara a su casa a comer algo y a abrigarme en su mueble, hasta que llegaban mis papas.

Otras veces, cuando no me olvidaba la llave; me esperaba la comida en el refrigerador, o en la hornilla de la cocina. A mi edad ya era costumbre para mi prepararme un potajes simples.
Muy triste era para mí comer solo, no había nadie en casa, solo me acompañaba el televisor, que estaba en la sala y era mi única compañía. Pero nadie me decía que no había que verlo a medio metro de distancia porque malogra la vista.

No me daban ganas de ver hacer mis tareas y por ultimo no las hacia…..; total mis padres no se preocupaban por revisarlas.
Lo que uno que me alegraba eran unas notitas que me dejaba mi papa, que decía que debía estudiar mucho para llegar a ser científico y poder ayudar a cambiar este mundo injusto y que me quería mucho.

Hoy, soy profesional; pero tengo siempre una sensación de soledad terrible, siempre padezco de un repentino mal humor y decaimiento general, me cuesta mucho dominarme.
Ahora se, que a pesar de que no pase hambre de comida, si pasé hambre de amor y compañía, si mis padres hubieran sabido tal vez el daño que me causó quedarme solo y sin afecto; quizás hubiera sido yo una persona mejor y que al tener permitido todo no pude disciplinarme a tiempo.
Lo que si, ahora sé que esas notas que mi padre me dejaba escritas, eran el único aliento para seguir adelante.

Ahora, que todo esto lo sé; no quiero repetir esa misma historia con mis hijos….
Y a mis amigos y a mis familiares les aconsejo, que deben procurar estar un poco mas tiempo con sus hijos y no ser tan pemisivo, porque podrìa ser fatal.
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