viernes, 5 de marzo de 2010

EL AYUNO



De: Virtudes Cristinas
del Padre Alonso Rodríguez
adaptado por: P. Luyando

Bueno es el juntar la oración con el ayuno, dijo el ángel Rafael a Tobías (12,8).

Por nombre de ayuno entienden comúnmente los Santos todo género de penitencia y mortificación de la carne.

Estas dos cosas mortificación y oración, son dos medios de los mas principales que tenemos para nuestro aprovechamiento, las cuales conviene que anden juntos y acompañados el uno con el otro.

La oración y la mortificación nos han de acompañar siempre y nos han de subir a lo alto de la perfección y dar olor de nosotros a Dios, y que la una sin la otra poco se aprovechan.

Si uno se adhiere a la oración y se olvidare de la mortificación, oiría lo que dice Jesús en el evangelio: “Para que me llamáis con la oración Señor, Señor, y no hacéis lo que os digo? Lc6, 46

No agradará a Dios vuestra oración sino hacéis por obra su voluntad

Si nuestra alma nos esta desarraigada y apartada de la aficiones que nacen de la carne, no está dispuesta para que el Señor escriba e imprima en ella su sabiduría y dones divinos.

Quiere quietud y reposo para entrar en nuestro corazón, y que haya mucha paz y sosiego en nuestra alma.

Los filósofos gentiles de la antigüedad, decían que nuestra ánima se hace sabia cuando esta quieta y sosegada, que es cuando las pasiones y apetitos sensuales están mortificados y quietos, porque en este tiempo no hay pasiones vehementes que con sus desordenados movimientos perturben la paz del ánima y cieguen los ojos de la razón.

Cuando el espíritu esta quieto se puede escuchar mejor a Dios.

Cuando las pasiones están dominadas, sosegadas, el entendimiento queda claro para conocer lo bueno, y la voluntad esta libre para abrazarlo, de esta manera puede el hombre hacerse sabio y virtuoso.

Cuando uno come de noches no puede dormir y se revuelca en la noche de aquí para allá, por tener el estómago lleno.De igual manera cuando se tiene embotado el corazón de aficiones, amor propio desordenado, el deseo de hacer nuestra voluntad, de ser tenidos en cuenta, no se puede tener el corazón fijo en Dios.

De esa manera declaran aquello que dijo Cristo nuestro redentor en el evangelio:
(lc 21, 34) Mirad por vosotros, no sea que vuestros corazones se carguen de glotonería y embriaguez, y de los afanes de esta vida

Del corazón inmortificado sale una niebla oscura que impide y quita la presencia de del Señor en nuestra alma.

San Pablo en 1Cor 2,14 dice: El hombre animal no percibe ni entiende las cosas del Espíritu de Dios, .. Claro porque son muy delicadas, y el está muy material y muy grosero, y es menester afinarse y adelgazarse en la mortificación.

Esta es la causa del porque nos es muy pesada y dificultosa la oración. Hay algunos que hace oración y ejercicios espirituales como por la fuerza.
La oración de por sí no es dificultosa, lo que si lo es; es la mortificación: el ayuno, abstenerse, renunciar a nuestros apetitos. Y porque no tenemos esta disposición, por eso se nos hace tan pesada y dificultosa la oración.

El hombre mortificado, se ha espiritualizado, entonces gusta de conversar con Dios, y este con el.

En cambio cuando el hombre esta lleno de pasiones y de apetitos desordenados, la aficioncilla, el gusto, el entretenimiento, tiene mucha dificultad para conversar con Dios.

San agustín Dice : Si queréis ver y contemplar a Dios, tratad primero de limpiar el corazón y quitar de él todo lo que le desagradad.

Si a Moisés se le prohibió llegar a la zarza hasta que se descalzase las sandalias ¿Cómo pretendemos llegar a ver a Dios y conversar con él, lleno de pasiones y aficiones?

La oración que no tiene como hermana la mortificación, la tienen los Santos como sospechosa y con razón, ya que si para moldear un trozo de hierro es necesario darle martillazos; para ablandar el corazón es necesario el martillo de la mortificación
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