miércoles, 17 de junio de 2015

¿DÓNDE COMIENZA LA VIDA HUMANA?

¿DÓNDE COMIENZA LA VIDA HUMANA?
Fuente: ABC; Autor: JUAN MANUEL DE PRADA

En los seres inanimados el criterio de identidad se cifra en la permanencia de las partes que lo forman; un ser vivo, por el contrario, se caracteriza precisamente porque su entidad material cambia, por su constante interacción con el medio externo; a esto se le llama metabolismo. Los seres inanimados son estables, son siempre lo mismo. Por el contrario, un ser vivo no es siempre lo mismo, su identidad no es estática, sino dinámica; y ese dinamismo -desarrollo metabólico- es lo que lo distingue precisamente de los seres inanimados. Resulta entonces evidente que un embrión es, desde el momento de la fecundación, un ser vivo. Ahora bien, ¿podemos afirman que se trata de vida humana? He aquí la gran pregunta.

La pertenencia a una especie determinada se establecía en otras épocas a través de semejanzas anatómicas y funcionales; y, conforme a este criterio elemental, se concluye que un cigoto no se parece a un hombre. Pero los avances de la biología nos permiten afirmar que la pertenencia a una especie determinada se establece mediante el estudio genético. Todos los individuos de una misma especie tienen una misma configuración genética (aunque la combinación cromosómica sea distinta en cada uno de ellos), nos dice la moderna biología. 

A la luz de sus descubrimientos, puede sostenerse que la vida humana tiene su origen en el cigoto, pues en él ya se halla toda la información genética que, de no mediar interferencias en el proceso, conducirá a la formación de un individuo humano único, distinto a cualquier otro que antes haya existido o vaya a existir. Esto es lo que diferencia al cigoto de cualquier otra célula perteneciente a nuestro cuerpo que, al igual que el cigoto, posea un genotipo humano. ¿Hemos de considerar, por ejemplo, que una célula tomada de cualquiera de nuestros órganos es vida humana? Evidentemente no. Lo que hace del cigoto vida humana es que no forma parte de un organismo humano adulto; ni siquiera del cuerpo materno, ya que su genotipo es distinto del que poseen las células del cuerpo de su madre.


Sobre el desarrollo embrionario de ese cigoto intervendrán posteriormente hormonas maternas; pero estas necesarias aportaciones que favorecen el desarrollo del cigoto activan o inhiben la información genética, en ningún caso la dirigen. Los genes del cigoto reconocen tales aportaciones hormonales, que desencadenan la realización de un programa genético preexistente.

Hay quienes afirman que sólo puede hablarse de vida humana desde que se produce la anidación del cigoto en el útero, puesto que hasta entonces no hay «individualización», como demuestra la posibilidad de gemelos monocigóticos. Pero la existencia de gemelos monocigóticos, fruto de una división del cigoto tras la anidación, no demuestra que el cigoto no sea vida humana; demostraría, en todo caso, que el cigoto puede ser origen de varios procesos vitales. El cigoto posee una esencia constitutiva y singular, aunque su singularidad pueda dar lugar a varios procesos vitales; y esa esencia constitutiva y singular -esto es, un código genético propio, distinto al de sus progenitores- es lo que nos permite reconocerlo, haciendo uso de la racionalidad ética, como miembro de la familia humana. 

martes, 2 de junio de 2015

REFLEXION DE UN DOCENTE UNIVERSITARIO


REFLEXIONES DE UN DOCENTE UNIVERSITARIO
Por: Pavlusha K. Luyando Joo
luyandojoo@yahoo.com

Tengo  varios años de docente universitario en la facultad de medicina, y a lo largo de ellos he ido observando  ciertos aspectos que han ido cambiando en el pensamiento del estudiante de medicina.
Los jóvenes que ingresan hoy a las aulas universitarias tienen una preparación en cuanto a conocimientos generales muy vasta; sin embargo no lo mismo sucede en el aspecto moral, formativo y humano. Es decir hoy observamos numerosos universitarios con una hipertrofia en la dimensión intelectual en desmedro de la formación  humana, tan necesaria en todas  las profesiones; sobre todo las del campo de la salud.

Todo ello conlleva a que les sea muy difícil tener una visión profunda de las cosas, la reflexión no es el fuerte del estudiante de hoy. Esto podría ser muy peligroso sobre todo cuando se trata de situaciones límites en donde es preciso ejercer con profundidad el ejercicio de la razón.
Con marcada probabilidad, esta carencia de mirada profunda de los fenómenos, hace que sus criterios sean muy influenciables; sobre todo por las redes sociales –hoy en boga-; por cualquier titular impactante de los medio de comunicación  o tal vez por algún discurso impactante que escucha.

Las redes sociales son el fenómeno más influyente de los últimos tiempos, caracterizadas por la poca profundidad de sus publicaciones, en donde predomina lo breve y lo emotivo. En definitiva influye en el pensar y el actuar de la persona que está expuesta de forma crónica a  las mismas.

Hoy más que nunca  el hombre tiene facilitado el acceso al conocimiento gracias al internet, pero hoy en día le cuesta más difícil discernir sobre los aspectos ético-morales cuando lleva a la práctica los conocimientos adquiridos.
En cuanto a la medicina; no se debería concebir a un médico formarse únicamente en cuestiones técnicas vinculadas a la profesión; sino más bien procurar que se forme también en humanidad, moral, principios. Hoy  en la medicina predomina la corriente del aprendizaje técnico, olvidándose del aprendizaje en principios ético- morales.

El principal problema es que el mundo moderno relativiza todo, y cuando hablamos de ética, de principios hay cuestiones que no se pueden dejar al relativismo o al “libre criterio”, sobre todo cuando en medicina hablamos de la vida de un embrión, de un anciano, de un enfermo terminal, es decir de salvar una vida.

La ciencia a través de la técnica puede hacer muchas cosas asombrosas; pero ¿es ético que el hombre de ciencia haga lo que quiera con ella?

Si al joven estudiante de medicina no se le forma en principios le será muy difícil entender en toda su dimensión lo que significa salvar una vida..

jueves, 2 de abril de 2015

CRITICA A LA LEGALIZACIÓN DE LA MARIHUANA

CRITICA  A LA LEGALIZACIÓN DE LA  MARIHUANA
Proclamar que no podemos evitar la difusión de drogas es una mala señal
Julio María Sanguinetti, abogado y periodista, fue presidente de Uruguay (1985-1990 y 1994-2000).

Ya es un tópico en los tiempos que corren decir que la política represiva del consumo de drogas ha sido un fracaso y que ha llegado la hora de su legalización. Antes que nada digamos que el fracaso está mucho más en la sociedad contemporánea, que desde hace medio siglo ha sido ganada por un consumo devastador que todos los días nos cobra vidas, algunas tan notorias como la del actor Philip Seymour Hoffman, recientemente fallecido. Mientras las juventudes no sientan que sus vacíos espirituales, sus angustias existenciales o sus aventureras rebeldías no se saciarán con paraísos artificiales, habrá una demanda y, como inevitable consecuencia, existirá una oferta. Ser o no ser, esta es la cuestión, que dijera el célebre inglés.

A partir de esa demanda, la represión efectivamente no ha logrado —ni logrará— la erradicación del consumo. Su enfrentamiento a las redes del narcotráfico, sin embargo, han servido para detener su avance sobre el poder político y la influencia social. Si Colombia no hubiera resistido como lo ha hecho a la narcoguerrilla, ¿no es razonable pensar que hoy tendríamos un Gobierno digitado por los herederos de Pablo Escobar?
Lo que claramente decepciona es que siendo una prioritaria cuestión de salud, no se estén realizando las campañas preventivas que informen sobre los males que hoy sabemos fehacientemente que producen las adicciones, aun la célebre marihuana, que durante años fue tomada como inocua y hoy nadie duda, en la comunidad científica, de sus perniciosos efectos sobre la concentración, la depresión, la paranoia, la memoria y aun la inteligencia. También se sabe que aumenta el riesgo en los accidentes de tránsito, universalmente prevenidos en el consumo de alcohol y de más difícil control en su caso.

Nadie deja la heroína para fumar cannabis, mientras que el camino inverso es más verosímil
En mi país, Uruguay, desde hace muchos años está despenalizado el consumo personal y la tenencia de una dosis acorde con esa finalidad. Ahora, en medio de una formidable improvisación, se ha dictado una ley en la que el Estado asume el control universal de la plantación, comercialización, importación e industrialización del cannabis. Particularmente detallista, autoriza a las farmacias a venderle 40 gramos de marihuana por mes a quienes se registren oficialmente. Al mismo tiempo, se habilita el autocultivo de hasta seis plantas, con una cosecha máxima de 440 gramos y el cultivo en clubes de 15 a 45 socios, con un máximo de 99 plantas, que podrán producir la cantidad proporcional al número de sus integrantes. Se añade, ilusoriamente, que las variedades a plantar serán proporcionadas por el Estado y ninguna rebasará el principio de 0,5 de THC.

La propuesta nació bajo la proclama de evitar que se difunda el consumo de drogas peores y de reducirle al narcotráfico su espacio de actuación. Lo primero se ha demostrado sin fundamento por todas las cátedras y entidades de expertos en toxicología: nadie deja la heroína o la abominable “pasta base” para fumar marihuana, mientras que alguien que pasa esta barrera psicológica queda en posición de mayor riego para caer en la adicción a otros psicotrópicos más destructivos. En cuanto al narcotráfico, resulta ingenuo pensar que se le reducirá el mercado cuando seguirá comercializando todas las demás drogas y podrá estar detrás de ese jolgorio de plantaciones individuales y colectivas que cuesta pensar que el Estado podrá realmente controlar.

No ignoramos que en el mundo la tendencia que crece es la desregulación. Pero más por resignación que por la convicción de que la libertad nos lleve a la moderación. Bajar los brazos de este modo, proclamar la incapacidad de la sociedad para evitar la difusión de drogas y darle a los jóvenes la señal de que es algo permitido no nos conducirá a buen puerto. Que se estructuren políticas de reducción de daños y que internacionalmente procuremos mejores mecanismos de prevención parece impuesto por las circunstancias. Pero que individualmente un país se lance a la ventura, como en su tiempo lo hizo Holanda, no abre un camino de esperanza.

¿Cómo se explica que hayamos hecho tanto esfuerzo, y exitoso, para reducir el consumo del tabaco y ahora nos resignemos a que la marihuana circule como una bebida refrescante? ¿Quién ha demostrado que es “progresista” combatir el tabaco y “conservador” oponerse a la legalización de la marihuana? La cuestión es demasiado seria y compleja para reducirla a mágicas medidas de ingeniería social.

LINK DEL ARTICULO
http://elpais.com/elpais/2014/03/28/opinion/1396004815_356383.html

martes, 24 de marzo de 2015

LA NECESIDAD DE TENER CONFIANZA EN DIOS

LA NECESIDAD DE TENER CONFIANZA EN DIOS
Por: Pavlusha k. Luyando Joo
Lima-Perú

La confianza en Dios es señal de madurez del cristiano. El miedo, las dudas, el confiar solo en si mismo es voltear el rostro a Dios. Toda la vida cotidiana se debe construir en base a la confianza que Dios nos ayudará o nos priva de algo por nuestro bien.

Si una persona no confía en Dios, sino solo en sus fuerzas muy fácil caerá en el estrés incontrolable, ansiedad, pues no podemos estar en todas.


Dios nos pide confianza, nos pide que nos dejemos llevar por su mano y que nosotros pongamos nuestros medios humanos, es decir hacer lo poco o mucho que podamos; pero no debemos prescindir de. Recurrir a Dios en todo es signo de humildad, es signo
de que necesitamos de Él.

sábado, 21 de marzo de 2015

HACIENDO UNA PAUSA DE FE

HACIENDO UNA PAUSA DE FE
Por: Pavlusha K. Luyando Joo
Lima-Perú

En el silencio está Dios, desde allí se le puede contemplar, escuchar y entender a Dios. Pero para ello necesitamos hacer una pausa y detenernos unos minutos.
A pesar de que vivamos en un mundo en donde todo va en una vorágine de prisas y  aceleración. En la vida de Fe es necesario parar.

La necesidad de Dios es intrínseca al ser humano, pero si el hombre vive apurado y sin pausas para Dios, empieza a empobrecerse el espíritu. El hombre que no se acostumbra a detenerse vive extremadamente ansioso, presa del pánico incluso, como si lo estuvieran persiguiendo y termina el día con un vacío en el alma de tal magnitud, que a pesar de que ha hecho muchas cosas en el día nada siente que nada le satisface.  

Cuando contemplamos a Dios y lo ponemos en medio de  la vida cotidiana, esta se ilumina de tal forma que, se aclaran los pensamientos, se amanece tranquilo, las dificultades de la vida se tornan más digeribles, de la vida se aquieta, lo imposible se hace posible.
Para parar y contemplar a Dios hay que tener la humildad de reconocer que necesitamos de Dios. Una vida trazada en llenar frenéticamente solamente las necesidades materiales termina tarde temprano en un sin-sentido. Es necesario llenar la dimensión espiritual, tomar en serio la vida espiritual parar, orar y contemplar.

En todas las circunstancias el silencio de la oración es imprescindible, no caigamos en el error de confiar en nuestro propio esfuerzo. De la oración y la contemplación se saca la fuerza y la claridad necesaria para todos los quehaceres cotidianos.
Nuestros tiempos no exigen más, es necesario parar y dar tiempo a Dios. Necesitamos más….

Si verdaderamente queremos cambiar nuestra calidad de vida y ayudar a cambiar el mundo que nos rodea, demos tiempo a Dios y
contemplémosle en el silencio de la oración.
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Escriba a: luyandojoo@yahoo.com

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