REFLEXIONES EN TIEMPOS DE EPIDEMIA
Por: Pavlusha K. Luyando Jooluyandojoo@yahoo.com
Nadie valora lo que tiene hasta
que lo ha perdido, eso todo lo sabemos. Los tiempos críticos tienen la facultad
de sensibilizar hasta el temperamento más duro.
Las epidemias incontrolables y
todo lo que escape del control humano hacen ver una dura realidad: somos una
especie vulnerable, finita y nuestra existencia no es eterna, vivimos en inseguridad
constante, aunque hayamos inventado falsas seguridades para no pensar en ello. Duro
aprendizaje para el ser humano que ha pensado que es omnipotente frente a todo.
Si ahora nos sobra tempo para
reflexionar, muchos ya empiezan a valorar y a tomar la vida en serio. La vida
pasa por nuestro delante y somos incapaces de ver lo que nos ofrece, porque nuestra
atención está en lo menos importante y nos negamos la oportunidad de disfrutar
de los momentos preciosos que nos da la vida.
Así ha sucedido que muchas veces pasamos
más de doce horas fuera de la casa y cuando llegamos, ya los nuestros están
dormidos y nos hemos ido de casa cuando aún los nuestros no se han levantado; los
momentos difíciles ponen todo en su lugar, y nos enseña que la casa es el lugar
donde más debemos estar, la familia con quien más debemos compartir.
Las situaciones límites ponen
todo en su lugar, y empezamos a comprender que la economía le tiene que dar
paso a la vida y a la salud. ¿Cuántas tantas veces en otros momentos hemos
comprometido la salud y arriesgado la vida por el tema económico?, Habíamos
organizado nuestra vida económica de tal forma, que sacrificábamos lo más valioso
que Dios nos había dado?
En algunos países, no se
ha valorado la vida, legalizando la eutanasia, el aborto, ahora los abuelos y
los niños son los que tenemos que cuidar, cuando en otro momento a los abuelos los
habíamos arrinconado, olvidado, degradado en su dignidad en la propia casa o en
asilos y a los niños desde muy temprana edad, enviándolos a los jardines
escolares, y ahora la situación actual nos pide mayor atención, mayor cuidado
con los ancianos y con los niños.
Hoy necesitamos a que crezca la empatía
la solidaridad la compasión y aprendemos a pensar seriamente en los más
necesitados, muchas organizaciones, colectivos o vecinos hoy se dedican a
repartir o a donar raciones alimenticias a los que menos tienen, a los que
viven en las calles, a las familias más vulnerables. Esto hubo que hacerse siempre;
sin embargo, la situación pone todo en su lugar. El valor de la empatía, de la
compasión y de la solidaridad crecen por necesidad.
La cuaresma no se le valora, no
dice ni significa nada para muchos, lejanamente se le recuerda como un
ejercicio religioso, pero la cuarentena nos dice a todos que nos tenemos que
cuidar no solo el cuerpo sino también el corazón.
Si en la cuarentena cuidamos
la salud de todos, en cuaresma Dios restaura nuestros corazones heridos y venda
los corazones rotos. ¿A cuántos seres humanos la cuaresma no les dice nada
porque tiene un lenguaje religioso y porque hay una apatía tremenda hacia lo
que es de Dios?, Si la cuaresma a tantos seres humanos no les dice nada, la situación
actual se encarga de ponerlo todo en su lugar y la cuarentena habla a todos sin
distinción.
Las autoridades han hecho que nos
refugiemos a casa, que nos resguardemos, que no es tiempo de salir, de hacer
deporte, de diversión, la misma cuarentena nos ha ayudado a reflexionar lo
frágiles que somos, la situación nos ha hecho vivir una verdadera cuaresma. Hemos
aprendido a valorar y a respetar cada tiempo y cada lugar.
Para no dejarnos atrapar por el
miedo, por lo que acaece en la realidad mundial y para no angustiarnos, empezamos
a no creerle a todo lo que se difunden a través de los medios, empezamos a ser más
selectivos de lo que oímos, de lo que leemos y de lo que vemos. ¿cuántas veces
nos han dicho que seamos selectivos con lo que vemos, leemos y escuchamos en
los medios? Hoy con mayor razón debemos tener el discernimiento para que no
creer todo lo que aparece en las redes.
Estamos aprendiendo a
desapegarnos de la supuesta seguridad del dinero, trabajo, salud, hábitos y rutinas,
a desacomodarnos para abandonar el supuesto control que tenemos sobre todas las
cosas. Aprendemos ahora a tener capacidad de acomodación de tal manera que
ahora nos hemos despojado de la seguridad del trabajo, de los hábitos, de las
rutinas, de la salud y del dinero. Ahora comprendemos que lo único estable es
lo inestable porque lo único seguro es muy inseguro.
En estos días hemos empezado a
valorar el silencio y valorar la soledad. “Bendito silencio, bendita soledad
que tanta falta le hace al alma”, decía San Josemaría Escrivá de Balaguer. Recordemos
que el silencio también espiritualiza, que el silencio es el sol que madura los
frutos del alma.
Nuestras
comunidades están en silencio, en casa estamos en silencio, ¿cómo no disfrutar
de ese silencio y como no volver productiva esta soledad?
Estamos entiendo al fin, que los
humanos somos uno con la Tierra y que lo que le hacemos a la Tierra le hacemos
a la humanidad. La naturaleza agradece que apaguemos los motores y como
agradecen nuestros pulmones este aire más fresco. La Tierra y la humanidad
forman una unidad y los humanos necesitamos la tierra y por eso la debemos
cuidar.
“La tierra no necesita los
humanos porque si muere toda la especie humana la tierra seguirá girando sobre
su órbita y como somos nosotros los que necesitamos la tierra que quede bien
claro que lo que le hacemos a la tierra se lo hacemos a la humanidad entera”. (P.
Leonardo Boff)
Hoy somos invitados a una
conciencia de responsabilidad, cada uno consigo mismo empieza a valorar el
autocuidado. En otros momentos cuando nos descuidábamos tanto cuando en casa
nos decían: ¡hace frío! ¡Llévate una chompa!, cuando papá y mamá nos decían que
nos abriguemos más, muchas veces infravalorábamos esos cuidados y hoy que la situación
está como está, entendemos la importancia del autocuidado.
Surge ahora la conciencia de interconexión,
hoy más que nunca nos damos cuenta que no estamos solos y que nuestras
decisiones y nuestras acciones inciden en el mundo entero. La conciencia de
interconexión nos hace tener cuidado con lo que decidimos y lo que hacemos. Estamos
interconectados y ello nos invita seriamente no solo a que cada uno se cuide
sino a que cuide sus decisiones y sus actos. Porque pueden favorecer o
desfavorecer a otros.
Ahora tomamos conciencia para
valorar tantas cosas que en otras épocas no las tomábamos en cuenta, Ahora que nos
privan de ellas, nos damos cuenta de lo importante que son los besos, los
abrazos, los encuentros, las celebraciones, las fiestas, las reuniones entre
nosotros, nuestro culto religioso. Conciencia para valorar lo que siempre hemos
tenido, y que hoy se nos priva para proteger nuestras vidas.
Hoy volvemos a creer en la
obediencia, porque de ella dependa nuestras vidas. El valor de la obediencia es
ahora fundamental para la propia supervivencia.
Hoy hemos aprendido a agradecer a
los policías, médicos, enfermeras, policías, militares a todo el que ofrece su
vida por nosotros; atendiendo las emergencias, poniendo orden en las calles, cuidando
nuestra integridad.
Hoy hemos aprendido a valorar lo
que no valorábamos.