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Lima-Perú
El ejercicio de la sexualidad no equivale a la felicidad ni es lo mismo que el amor.
De otro modo el sexo desordenado (promiscuidad, libertinaje), debería favorecer al matrimonio o a la relación de la pareja; sin embargo eso no sucede en la práctica.
La moderación y la disciplina no tienen como finalidad atrofiar o cercenar al hombre; sino más bien beneficiarlo y favorecer su sano desarrollo.
La propaganda de los medios masivos de información está anclada básicamente en alentar toda negación de orden, disciplina y moderación en el terreno de la sexualidad, con consecuencias aún no estimadas. Los medios de información masiva en la actualidad se utilizan para alentar esta creciente deshinbición.
El elemento sexual se ha introducción en la publicidad de artículos de consumo; aún muchas veces sin las más remota relación con el producto publicitado. Esto conlleva a una insania cada vez mayor con respecto al concepto de sexualidad.
Este enfoque no sirve para el hombre, pues se falsea el significado profundo de la sexualidad entre el hombre y la mujer, disminuye y no eleva a la persona; pues una relación basada en la genitalidad no conlleva necesariamente al amor.
La Pansexualización de la vida, sin orden; perjudica y acarrea consecuencias inestimables al hombre. El contagio del HIV-SIDA así como de otras enfermedades de transmisión sexual, el embarazo en adolescentes y el aborto provocado, son un ejemplo de una vida que a perdido todo límite establecido.
Para la gran mayoría hablar de fidelidad, castidad, templanza, espiritualidad en la pareja suena a parodia. Se suelen vivir los actos humanos sin reflexión ni profundidad, ya desde pequeño el individuo ha sido moldeado para la cultura del desenfreno.
El argumento frente a este tipo de consideraciones con respecto a la sexualidad, son atribuidas de forma despectiva a lo “fanático medieval-religioso” ; sin embargo para cualquier persona centrada que aprecia la vida humana; coincidirá con nuestra posición, pues más que una posición religiosa; esta es una verdad establecida: lo que es perjudicial daña al hombre en todas sus dimensiones. Queda claro que para aceptar esta verdad no es necesario tener una cultura o credo determinado.
No debemos de cansarnos nunca de decir la verdad, no debemos amilanarnos frente a la mayoría. Los criterios mayoritarios no siempre garantizan la verdad de las cosas.
Si el punto de referencia no es el bien del hombre, no se podrá nunca trazar un concepto claro de que es lo que es realmente necesario, por ello siempre tanto error.
Es por eso que hay que definir que es el bien y cuál es la fuente de este bien. Al final hasta la misma razón nos hará llegar a la verdad que Dios ha establecido.