LA GRAN CONTRADICCIÓN

LA GRAN CONTRADICCIÓN

Por: Pavlusha Luyando Joo

luyandojoo@yahoo.com

Lima-Perú

De los comentarios del Programa radial TRAVESÏA POR LA VIDA (Perú)

Es contradictorio que el mundo sea cada vez más sensible a todo aquello que implique destrucción de la vida, ya que “se condena todo tipo de guerra, se prohíbe la tortura, se intenta abolir la pena de muerte, se proclama la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad y, sin embargo, surgen propuestas para liberalizar el aborto.

La humanidad está en condiciones de afirmar certeramente que con la fecundación del óvulo por parte del espermatozoide se inicia una vida, que tiene ya en sí todos los derechos que le pertenecen a la especie humana. Una vida que, biológicamente, es distinta a la vida de la madre y que, además, es irrepetible y única, dice.

La vida es el primer derecho de todos y, en consecuencia, su defensa debe estar por encima de cualquier otro valor social, económico, psicológico, afectivo, sanitario y familiar. Todos estos valores no superan al primero: el de la vida misma. Una sociedad que no asegura la vida de los no nacidos es una sociedad que vive la tragedia de su degradación.
En cambio la misión fundamental de uns humanidad vistuosa y avanzada es: dar, reconocer, proteger y promover la vida de todos; sino ¿que nos diferencia del animal?

la verdadera bioetica

LA VERDADERA BIOÉTICA

De la encíclica “Caritas in veritate”

Recopilado por: Pavlusha Luyando Joo

Lima-Perú

luyandojoo@yahoo.com

Hay dimensiones de la existencia humana que van más allá de los límites de lo que las ciencias naturales pueden determinar. Si los límites son trasgredidos, existe un serio riesgo de que la dignidad única y la inviolabilidad de la vida humana sean subordinadas a consideraciones puramente utilitarias. De otro lado al traspasar estos límites, por lo general las consecuencias negativas son inevitables, estos efectos son consecuencias de haber trasgredido los límites de la naturaleza creada.

La dignidad trascendente del ser humano hace siempre el último beneficiario de la investigación científica y nunca puede reducirse a un mero instrumento.

La bioética es un campo prioritario y crucial en la lucha cultural entre el absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral, y en el que está en juego la posibilidad de un desarrollo humano e integral. Éste es un ámbito muy delicado y decisivo, donde se plantea con toda su fuerza dramática la cuestión fundamental: si el hombre es un producto de sí mismo o si depende de Dios".

"Los descubrimientos científicos en este campo y las posibilidades de una intervención técnica han crecido tanto que parecen imponer la elección entre estos dos tipos de razón: una razón abierta a la trascendencia o una razón encerrada en la inmanencia. La racionalidad del quehacer técnico centrada sólo en sí misma se revela como irracional, porque comporta un rechazo firme del sentido y del valor".

Por ello, precisa "la cerrazón a la trascendencia tropieza con la dificultad de pensar cómo es posible que de la nada haya surgido el ser y de la casualidad la inteligencia. Ante estos problemas tan dramáticos, razón y fe se ayudan mutuamente. Sólo juntas salvarán al hombre. Atraída por el puro quehacer técnico, la razón sin la fe se ve avocada a perderse en la ilusión de su propia omnipotencia. La fe sin la razón corre el riesgo de alejarse de la vida concreta de las personas".