martes, 24 de marzo de 2020

REFLEXIONES EN TIEMPOS DE EPIDEMIA



REFLEXIONES EN TIEMPOS DE EPIDEMIA
Por: Pavlusha K. Luyando Joo
luyandojoo@yahoo.com


Nadie valora lo que tiene hasta que lo ha perdido, eso todo lo sabemos. Los tiempos críticos tienen la facultad de sensibilizar hasta el temperamento más duro.

Las epidemias incontrolables y todo lo que escape del control humano hacen ver una dura realidad: somos una especie vulnerable, finita y nuestra existencia no es eterna, vivimos en inseguridad constante, aunque hayamos inventado falsas seguridades para no pensar en ello. Duro aprendizaje para el ser humano que ha pensado que es omnipotente frente a todo.

Si ahora nos sobra tempo para reflexionar, muchos ya empiezan a valorar y a tomar la vida en serio. La vida pasa por nuestro delante y somos incapaces de ver lo que nos ofrece, porque nuestra atención está en lo menos importante y nos negamos la oportunidad de disfrutar de los momentos preciosos que nos da la vida.

Así ha sucedido que muchas veces pasamos más de doce horas fuera de la casa y cuando llegamos, ya los nuestros están dormidos y nos hemos ido de casa cuando aún los nuestros no se han levantado; los momentos difíciles ponen todo en su lugar, y nos enseña que la casa es el lugar donde más debemos estar, la familia con quien más debemos compartir.

Las situaciones límites ponen todo en su lugar, y empezamos a comprender que la economía le tiene que dar paso a la vida y a la salud. ¿Cuántas tantas veces en otros momentos hemos comprometido la salud y arriesgado la vida por el tema económico?, Habíamos organizado nuestra vida económica de tal forma, que sacrificábamos lo más valioso que Dios nos había dado?

En algunos países, no se ha valorado la vida, legalizando la eutanasia, el aborto, ahora los abuelos y los niños son los que tenemos que cuidar, cuando en otro momento a los abuelos los habíamos arrinconado, olvidado, degradado en su dignidad en la propia casa o en asilos y a los niños desde muy temprana edad, enviándolos a los jardines escolares, y ahora la situación actual nos pide mayor atención, mayor cuidado con los ancianos y con los niños.

Hoy necesitamos a que crezca la empatía la solidaridad la compasión y aprendemos a pensar seriamente en los más necesitados, muchas organizaciones, colectivos o vecinos hoy se dedican a repartir o a donar raciones alimenticias a los que menos tienen, a los que viven en las calles, a las familias más vulnerables. Esto hubo que hacerse siempre; sin embargo, la situación pone todo en su lugar. El valor de la empatía, de la compasión y de la solidaridad crecen por necesidad.

La cuaresma no se le valora, no dice ni significa nada para muchos, lejanamente se le recuerda como un ejercicio religioso, pero la cuarentena nos dice a todos que nos tenemos que cuidar no solo el cuerpo sino también el corazón. 
Si en la cuarentena cuidamos la salud de todos, en cuaresma Dios restaura nuestros corazones heridos y venda los corazones rotos. ¿A cuántos seres humanos la cuaresma no les dice nada porque tiene un lenguaje religioso y porque hay una apatía tremenda hacia lo que es de Dios?, Si la cuaresma a tantos seres humanos no les dice nada, la situación actual se encarga de ponerlo todo en su lugar y la cuarentena habla a todos sin distinción.

Las autoridades han hecho que nos refugiemos a casa, que nos resguardemos, que no es tiempo de salir, de hacer deporte, de diversión, la misma cuarentena nos ha ayudado a reflexionar lo frágiles que somos, la situación nos ha hecho vivir una verdadera cuaresma. Hemos aprendido a valorar y a respetar cada tiempo y cada lugar.
Para no dejarnos atrapar por el miedo, por lo que acaece en la realidad mundial y para no angustiarnos, empezamos a no creerle a todo lo que se difunden a través de los medios, empezamos a ser más selectivos de lo que oímos, de lo que leemos y de lo que vemos. ¿cuántas veces nos han dicho que seamos selectivos con lo que vemos, leemos y escuchamos en los medios? Hoy con mayor razón debemos tener el discernimiento para que no creer todo lo que aparece en las redes.

Estamos aprendiendo a desapegarnos de la supuesta seguridad del dinero, trabajo, salud, hábitos y rutinas, a desacomodarnos para abandonar el supuesto control que tenemos sobre todas las cosas. Aprendemos ahora a tener capacidad de acomodación de tal manera que ahora nos hemos despojado de la seguridad del trabajo, de los hábitos, de las rutinas, de la salud y del dinero. Ahora comprendemos que lo único estable es lo inestable porque lo único seguro es muy inseguro.
En estos días hemos empezado a valorar el silencio y valorar la soledad. “Bendito silencio, bendita soledad que tanta falta le hace al alma”, decía San Josemaría Escrivá de Balaguer. Recordemos que el silencio también espiritualiza, que el silencio es el sol que madura los frutos del alma. 
          
Nuestras comunidades están en silencio, en casa estamos en silencio, ¿cómo no disfrutar de ese silencio y como no volver productiva esta soledad?
Estamos entiendo al fin, que los humanos somos uno con la Tierra y que lo que le hacemos a la Tierra le hacemos a la humanidad. La naturaleza agradece que apaguemos los motores y como agradecen nuestros pulmones este aire más fresco. La Tierra y la humanidad forman una unidad y los humanos necesitamos la tierra y por eso la debemos cuidar.
“La tierra no necesita los humanos porque si muere toda la especie humana la tierra seguirá girando sobre su órbita y como somos nosotros los que necesitamos la tierra que quede bien claro que lo que le hacemos a la tierra se lo hacemos a la humanidad entera”. (P. Leonardo Boff)

Hoy somos invitados a una conciencia de responsabilidad, cada uno consigo mismo empieza a valorar el autocuidado. En otros momentos cuando nos descuidábamos tanto cuando en casa nos decían: ¡hace frío! ¡Llévate una chompa!, cuando papá y mamá nos decían que nos abriguemos más, muchas veces infravalorábamos esos cuidados y hoy que la situación está como está, entendemos la importancia del autocuidado.

Surge ahora la conciencia de interconexión, hoy más que nunca nos damos cuenta que no estamos solos y que nuestras decisiones y nuestras acciones inciden en el mundo entero. La conciencia de interconexión nos hace tener cuidado con lo que decidimos y lo que hacemos. Estamos interconectados y ello nos invita seriamente no solo a que cada uno se cuide sino a que cuide sus decisiones y sus actos. Porque pueden favorecer o desfavorecer a otros.

Ahora tomamos conciencia para valorar tantas cosas que en otras épocas no las tomábamos en cuenta, Ahora que nos privan de ellas, nos damos cuenta de lo importante que son los besos, los abrazos, los encuentros, las celebraciones, las fiestas, las reuniones entre nosotros, nuestro culto religioso. Conciencia para valorar lo que siempre hemos tenido, y que hoy se nos priva para proteger nuestras vidas.

Hoy volvemos a creer en la obediencia, porque de ella dependa nuestras vidas. El valor de la obediencia es ahora fundamental para la propia supervivencia.
Hoy hemos aprendido a agradecer a los policías, médicos, enfermeras, policías, militares a todo el que ofrece su vida por nosotros; atendiendo las emergencias, poniendo orden en las calles, cuidando nuestra integridad.

Hoy hemos aprendido a valorar lo que no valorábamos.


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