martes, 10 de enero de 2017

EL APEGO HACIA LAS PERSONAS Y COSAS

EL APEGO HACIA LAS PERSONAS Y COSAS 
Por: Pavlusha K. Luyando

El hombre que se ama a sí mismo enferma del espíritu, porque la salud del alma se encuentra en la sana relación el prójimo y con la certeza de haber encontrado a Dios en su corazón.
El hombre egoísta, hace mal al prójimo y a sí mismo. El egoísmo impide amar, y si no se ama, se aleja uno de Dios.

El verdadero amor no se encuentra en la relación física que se tiene con las personas, no está tampoco en el apego hacia las cosas, al trabajo o a los negocios. El verdadero amor está en el sacrifico que entregamos al prójimo. El sacrificio es la medida del amor.

No hay que confundir amor con apego. El apego no es amor. El apego es la imperiosa necesidad en la presencia física y psicológica de una persona u objeto para apaciguar miedos y ansiedades.
El amor en cambio; no necesariamente necesita la presencia física de la persona, el que ama es capaz de soportar el tormento de la ansiedad, del desprecio, de la traición, perdona  y sigue amando; sin restregar nada del mal que se le ha hecho.

Algunos se apegan irresistiblemente a los objetos materiales, se sienten por un tiempo seguros de sí mismos. Sin embargo las posesiones terrenas no son eternas, cuando es mayor el apego hacia las cosas es mayor el vacío y la ansiedad. Inevitablemente el apego hace tener más confianza en las personas  y cosas, mas no en Dios. No se puede servir a dos señores. El hombre consciente o inconscientemente sabe que nada de este mundo puede llenar sus vacíos existenciales, por ello los miedos llegan tarde o temprano como tormentas arrasadores.

Las cosas temporales son para tenerlas, las espirituales para gozarlas. El hombre si desea ser libre debe espiritualizarse, y para espiritualizarse debe encontrar a Dios. Esa es la razón de ser del hombre.
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