lunes, 12 de julio de 2010

La Fe como herramienta en el campo de la salud


Por: Dr. Pavlusha Luyando Joo
luyandojoo@yahoo.com
Lima – Perú

Es muy cierto que muchas enfermedades que se dan en la actualidad y que se dieron en la historia tiene mucho que ver con el comportamiento moral del ser humano.
Sin embargo no sería correcto pretender decir que la falta moral es la causa próxima de todos los males corporales, sin embargo, para nadie es secreto que las buenas costumbres producen salud, ya que son preventivas frente a cualquier enfermedad.
Se podrían erradicar muchos males físicos si se erradicaran los males morales.
Los Diez Mandamientos se convierten en una verdadera medicina curativa y preventiva para un sinfín de trastornos.

Muchas enfermedades causadas por las pasiones (mal moral) son incomparablemente mas frecuentes que otras enfermedades causadas por otros motivos.
Existen un número enorme de enfermedades causadas por los siete pecados capitales (lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia). Si la humanidad renunciara a sus taras espirituales. Suprimiría rápidamente la inmensa cantidad de taras físicas que lo agobian.

El orgullo, la avaricia, la gula, la Lujuria, la pereza, la envidia, y la ira (es decir los pecados capitales) influyen en la normal fisiología del organismo, dejándolo vulnerable para enfermedades de toda índole.
Ciencias relativamente jóvenes como la Psiconeuroendocrinoinmunología, demuestra que el patrón de conducta negativo de las personas influye en el surgimiento de un sin número de enfermedades, o bien al revés: las conductas positivas de las persona ayudan a su restablecimiento o mejoran la calidad de vida de la persona enferma.

Para que exista enfermedad es cuestión imprescindible que el organismo sea vulnerable; algunos lo llaman “terreno vulnerable”, o en otras palabras estatus inmunológico vulnerable.
La gula es responsable de muchos casos de Diabetes, de Trastornos del Colesterol y Triglicéridos, colon irritable, etc.
El orgullo en el deportista lo empuja a doparse para ser el mejor sin importar las consecuencias para su organismo.
El orgullo por ejemplo es la causa fundamental de asesinatos y guerras, además de ser causa de accidentes automovilísticos.
La vanidad es una forma de orgullo, muchas mujeres se hacen mucho daño haciéndose liposucciones o implantes al busto, que a la larga producen alteraciones en la respuesta inmunológica y hacen surgir zonas de irritación crónica con consecuencias devastadoras para el sistema inmunológico.
La pereza aparte que “es la madre de todos los vicios”, conlleva poco a poco desvitalizar al organismo y los estados de envejecimiento, el organismo se vuelve mas vulnerable a la enfermedad.
La lujuria tiene su representante en la enfermedades de transmisión sexual (sífilis, gonorrea) y ahora el SIDA que es devastador para el organismo; la vida promiscua desenfrenada son conductas de riesgo mortales; así como la infidelidad, que puede generar tremendos cuadros ansiosos y depresivos incluso, por el gran sentimiento de culpa por el abandono a la pareja y a los hijos,

La avaricia produce ansiedad ya que el avaro trabaja mas horas y mas días que una persona normal; porque “no puede perder” y “el tiempo es oro”, siendo consecuencia directa la Hipertensión, insomnio, la Psoriasis; la misma Diabetes; etc.
Es interesante que hasta el “santificarás las fiestas” (ir a misa el domingo), tiene un sentido evidente de respeto a Dios; pero también evita que la persona sufra de estrés laboral, tan frecuente en estos días.

“En un experimento que se hizo en EEUU, se midió los cambios de la presión arterial en personas creyentes en el ritual de la confesión. A un grupo de personas se les dejó que se “confesaran” frente a un micrófono y en voz alta, a otros frente a una pared, y al tercer grupo se les dejó que se confiesen con un sacerdote. En los tres grupos disminuyó la presión arterial, pero en el tercer grupo (los que se habían confesado con el sacerdote) la presión arterial disminuía con mayor sostenibilidad en el tiempo, es decir la disminución de la presión era más prolongada”. (Dr. en Psic Mario E. Martinez, Lima-Perú Marzo 2010, Conferencia magistral)

En cuanto a las mujeres que padecen de el “Sindrome Post aborto” si se confiesan ante un sacerdote y luego llevan una vida religiosa sacramental (misa, oran y comulgan regularmente), los cambios que se evidencias son notables; se regula el sueño (por padecer de insomnio), mejoran el ánimo, aumenta sus ganas de vivir, la depresión -ocasionada por el Sindrome Post aborto- se va diluyendo, la ansiedad desaparece; siendo una herramienta fundamental para los que tratamos este Síndrome. Lo curioso, es que no sucede lo mismo con aquellas mujeres que se les hace el tratamiento sin el soporte religioso.

Hace unos 8 años, una persona de mediana edad una vez vino a la consulta, quejándose que no podía detener la necesidad compulsiva de masturbarse desde la adolescencia. Al empezar una vida religiosa activa (confesión, sacramentos), dejó de hacerlo hasta la actualidad.
Lo mismo sucede con las personas con problemas de adicción, logran abandonar la droga, el alcohol cuando empiezan a practicar activamente sus creencias.

Es racional y objetivo, decir que se puede llegar a prevenir -y curar incluso- muchas enfermedades, prevenir epidemias, tan solo procurando cambiando la conducta del individuo, apoyándose en la Fe religiosa. Por ello es menester que el Médico de hoy tome en cuenta la Dimensión espiritual del paciente, ya que permite llegar a la causa de las patologías más frecuentes: La enfermedad espiritual.

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