Los laicos y su misión educativa
en la sociedad
Lima-Perú
Los laicos somos parte
fundamental de la iglesia. Por nuestra misma realidad en que vivimos, estamos
inmersos en los problemas cotidianos de la sociedad, saboreamos el cada día e
incluso; de alguna forma sabemos cuales son los problemas mas importantes de nuestro
entorno, sobre todo los que conciernen a nuestra vida de familia, del barrio,
del distrito o de nuestra ciudad.
Los laicos tenemos un papel
importante dentro de la sociedad porque somos nosotros los que elegimos a
nuestros gobernantes, al alcalde de turno, los que opinamos y participamos en
la organizaciones barriales o distritales y algunos incluso participan en la
vida política.
Pero que importante es que el
laico que participe en la Iglesia, se preocupe también por su preparación en
cuanto a los problemas cotidianos, sobre todo los que conciernen a la coyuntura
actual.
La amenaza que se cierne sobre
nuestro país, de personas que promueven e intentan implantar la cultura de la
muerte; es decir del aborto, la ideología de género, hace necesario que en la
sociedad actual existan personas con un buen conocimiento de lo que pasa en la
realidad social y sobre todo que también estén preparados en cuanto a los temas
de Fe, factor clave para promover la cultura de la vida.
En la medica que los laicos vivamos
con radicalidad nuestros compromisos de nuestra labor en nuestros apostolados
en la iglesia; así también se comunicarán las riquezas de nuestra vocación.
La labor como laicos es crucial,
porque como habíamos dicho, estamos en constante diálogo con la sociedad, con
la cultura circundante. Por ello, a partir de allí tenemos la misión de
interpelar lo que haya que interpelar, defender lo que haya que defender; y
sobre todo orientar a los que lo necesitan.
Cuantas personas de nuestro
alrededor pueden ser contagiadas por nuestra Fe y entusiasmo, cuantos jóvenes
podrían reorientar el desorden de sus vidas con una sola conversación. Podemos
de esta forma sembrar para ver frutos en el futuro, en cuanto al surgimiento de
una sociedad con valores en el futuro. Pero para eso se necesita trabajo de
hormiga, el uno a uno cotidiano; sobre todo empezando por la familia en casa;
célula básica de la sociedad.
Las nuevas generaciones de
jóvenes viven en la actualidad una terrible desorientación cultural que corre
el riesgo de frustrar de alguna forma la necesidad de encontrar la verdad.
El laico debe decidirse
promocionar una espiritualidad práctica, capaz
de educar en los diversos ambientes donde se forma la persona humana. La labor
del laico es fomentar lazos humanos y espirituales donde se encuentre.
El compromiso es transparentar lo
valores esenciales que busca el hombre: autenticidad, fortaleza, honradez, amor
y fidelidad coherencia y plenitud de vida.
Cuando más auténtico y profundo
sea el compromiso del laico, tanto más posible será capaz de captar la
necesidad del prójimo y de su apostolado.
Pero esta autenticidad y
compromiso solo puede encontrar la fuente en la oración y contemplación, ya que
desde allí puede ver las cosas desde la perspectiva de Dios.
Cuando la oración y contemplación
están ausentes, la mirada es muy superficial y puede ser arrastrado al
activismo; un riesgo que muchas veces disminuye el impacto del apostolado del
laico, diluyéndolo en quehaceres secundarios a costa de lo importante.
La presencia de un laico
comprometido y con una mirada contemplativa, tiene esa virtud de contagiar y
educar incluso con solo su actuar, ya que el fruto lo ha recogido de la escucha
del silencio, lugar donde se escucha la voz de Dios mejor.
Así el laico contribuye a orientar
en el seno familiar a los hijos y familiares, a través de su testimonio de
vida. Hecho importantísimo en una sociedad, en donde cada vez más el hombre sin
conocimiento de Dios se empecina a aferrarse a lo temporal al egoísmo y
banalidad.
Una vida basada teniendo a Dios
como centro, es el mejor ejemplo que puede dar un laico.
Las relaciones humanas son de
alguna forma relaciones educativas y pueden servir para transformar la sociedad
a partir de lo más elemental que puede ser una relación humana; hasta arrastrar
con el ejemplo a muchos.
Cuando el plan original de Dios
se ve entorpecido en las conciencias, la sociedad, una nación recibe un daño
incalculable. La sociedad se degrada, sobre todo si la semilla no se ha
cultivado desde la familia.
Una nación cuyos líderes se han
dejado arrastrar por el egoísmo e inmoralidad, no solo es un signo de que la
persona no quiso hacer el bien en la tarea que Dios le encargó; sino también,
es un signo de que no se sembró en el periodo de formación del individuo.
Nuestra tarea de laicos es el
compromiso para cambiar la sociedad con los valores y la Fe cristianas.
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