HACIENDO UNA PAUSA DE FE
Lima-Perú
En el silencio está Dios, desde allí se le puede contemplar, escuchar
y entender a Dios. Pero para ello necesitamos hacer una pausa y detenernos unos
minutos.
A pesar de que vivamos en un mundo en donde todo va en una vorágine de
prisas y aceleración. En la vida de Fe
es necesario parar.
La necesidad de Dios es
intrínseca al ser humano, pero si el hombre vive apurado y sin pausas para
Dios, empieza a empobrecerse el espíritu. El hombre que no se acostumbra a detenerse
vive extremadamente ansioso, presa del pánico incluso, como si lo estuvieran
persiguiendo y termina el día con un vacío en el alma de tal magnitud, que a
pesar de que ha hecho muchas cosas en el día nada siente que nada le satisface.
Cuando contemplamos a Dios y lo
ponemos en medio de la vida cotidiana,
esta se ilumina de tal forma que, se aclaran los pensamientos, se amanece
tranquilo, las dificultades de la vida se tornan más digeribles, de la vida se
aquieta, lo imposible se hace posible.
Para parar y contemplar a Dios hay
que tener la humildad de reconocer que necesitamos de Dios. Una vida trazada en
llenar frenéticamente solamente las necesidades materiales termina tarde
temprano en un sin-sentido. Es necesario llenar la dimensión espiritual, tomar
en serio la vida espiritual parar, orar y contemplar.
En todas las circunstancias el
silencio de la oración es imprescindible, no caigamos en el error de confiar en
nuestro propio esfuerzo. De la oración y la contemplación se saca la fuerza y
la claridad necesaria para todos los quehaceres cotidianos.
Nuestros tiempos no exigen más,
es necesario parar y dar tiempo a Dios. Necesitamos más….
Si verdaderamente queremos
cambiar nuestra calidad de vida y ayudar a cambiar el mundo que nos rodea, demos
tiempo a Dios y
contemplémosle en el silencio de la oración.
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