Por: Pavlusha Luyando Joo
Lima-Perú
luyandojoo@yahoo.com
Una vez preguntando a los alumnos de la Universidad, sobre como definirían el concepto de “persona exitosa”, “profesional exitoso” o “persona inteligente”, la mayoría a la interrogante realizada respondió que para ser una persona de éxito, era indispensable acabar la Universidad y al llegar a ser profesional, conseguir un trabajo bien remunerado y llegar a tener una buena posición económica.
Me quedé pensando en la respuesta a la pregunta que formulé esa mañana en el aula de clase. Luego en casa al ver el noticiero de la noche, me llamó la atención una de las tantas noticias que pasan desapercibidas, quizá por su frecuente ocurrencia. Decía lo siguiente: “Un ingeniero, degolló a su mujer y envenena a sus hijos, por irse con la amante”… . Al rato pasaron otra que decía: “Ex Ministro de Pesquería implicado en caso de corrupción de funcionarios”. Poco después mostraron imágenes de hace algunos años, que mostraban a un congresista que había sido filmado recibiendo dinero para comprar su voto, con el fin de favorecer a la reelección de un gobernante de turno. En el mismo noticiero informaron sobre la sentencia de cadena perpetua a un ex presidente de un país vecino por mandar a matar a sus opositores.
Luego de ver estas noticias, se me vinieron a la mente otras hechos que no hace mucho aparecieron en la prensa escrita y televisada, como por ejemplo; la noticia acerca de médicos que habían sido descubiertos realizando un aborto, y otra de aquel estudiante de Medicina que secuestró y estranguló a la sobrina de su novia; siendo la misma novia -otra estudiante- la cómplice del delito. Recordé también el sonado caso de la adinerada estudiante de una prestigiosa Universidad que contrató los servicios de un sicario para matar a su madre para quedarse con la cuantiosa herencia. Un caso similar ocurrió con una prestigiosa abogada; su hija en complicidad con su novio, la asesinó a golpes; el motivo: quedarse con la fortuna de la madre.
De aquí surge la pregunta: ¿Basta ser intelectual, saber mucho o tener un buena posición económica para catalogarse de “exitoso “ o “inteligente”?. Obviamente la respuesta es: NO BASTA.
Hoy en día nuestra forma de vida ha cambiado mucho, el ser humano de hoy piensa distinto que el de ayer; de eso no cabe duda.
Si bien es cierto que estamos en otros tiempos; los cambios ocurren mas allá de nuestra voluntad, son completamente naturales y necesarios que ocurran, es parte de la evolución de la humanidad.
La diferencia intelectual entre el ayer y el hoy es enorme. El conocimiento hoy lo tenemos al alcance de un “click”(nos referimos al internet). El conocimiento que tenemos hoy en día, lo envidiarían tener nuestros antepasados, no solamente por la gran información que recibimos de las páginas virtuales, sino porque también ha aumentado el número de Casas Universitarias, ahora hay más posibilidad de que acceder a la educación superior, incluso hay más facilidades de ingreso. Ingresar a una universidad ya no es tanta novedad como lo era antes.
El problema de hoy es mucho más complejo, y no radica necesariamente en una cuestión de acceso o falta de información como lo era años atrás. El problema hoy, es que a pesar del gran bagaje de conocimientos teórico-prácticos que tiene el profesional (o el que estudia para serlo), pareciera que hoy en día va perdiendo la capacidad de distinción entre lo que es bueno y lo que es malo, entre lo que es virtuoso y lo que es decadente, entre el heroísmo y la cobardía, entre lo honesto y lo falso, entre la solidaridad y el egoísmo.
Ha disminuido la capacidad reflexiva (discernimiento) entre lo que lo que le puede hacer bien y lo que lo puede perjudicar a uno mismo, al prójimo y a la sociedad. Para algunos el significado de caridad se ha reducido a la mínima expresión. Pareciera como que muchos estudiantes universitarios, grandes intelectuales, políticos o renombrados profesionales de ciencias, no se tomaran la molestia de preguntarse si lo que están haciendo o lo que aprenden por las fuentes de información es correcto tanto ética como moralmente. En otras palabras da la impresión que el profesional de hoy, repite lo que lee o escucha, sin qué pase la información por el filtro de la reflexión.
Esto se demuestra con una evidencia: hoy la tendencia es relativizarlo todo; todos los conceptos son válidos, todo se acepta (hasta lo que es perjudicial), todos tienen la verdad. Si fuera realmente así, habría tantas verdades como hombres sobre la tierra; sería un caos, cada uno con lo suyo, la convivencia sería imposible.
Lo que le importa al hombre irreflexivo, es el yo antes que le Tú, para él, el fin justifica los medios. Es el fin inmediato lo que persigue, la satisfacción del momento, el interés personal, sigue lo que le agrada, y no lo que conviene. Pocos se trazan metas por convicción, la mayoría repite estereotipos sin saber porque. Se trazan objetivos, sin importar las consecuencias sobre el prójimo. Este es el mal de hoy.
¿Qué ocurre si un hombre irreflexivo se le da algún poder?, Ya la historia nos habla de los tiranos, de los que armaron guerras y devastaron continentes. En cuanto a la medicina, cabe la pena recordar, que los médicos nazis experimentaban cometiendo atrocidades con seres humanos en los campos de concentración, ¿ellos reflexionaban?, y si lo hacían ¿Por qué creían que estaban haciendo un bien a la humanidad?, Hoy en día ocurre algo parecido con otros temas como la Eutanasia, el Aborto, la legalización de las drogas; etc.
La problemática tanto ayer como hoy es la misma: el hombre necesita de criterios para no hacer daño y no hacerse daño. Tanto el hombre intelectual, como el común debe saber distinguir claramente el bien del mal. Toda información que recibe debe pasarla por el filtro de la reflexión, por el discernimiento. Si no lo hace, se confunde; y al no ver la diferencia, corre el riesgo -sin darse cuenta- de hacer y hacerse daño. Puede repetir lo erróneo y transmitirlo a las posteriores generaciones.
Pero hay algo que es también muy importante; el hombre de hoy debe aprender a ser virtuoso, debe aspirar a buscar el bien, debe dejar su egoísmo y crecer con el que está a su lado. Debe vencer su inclinación al mal, pero para ello debe empezar a conocerse, ser crítico consigo mismo, identificar sus propias miserias. Solo así podrá entender a la persona que tiene al frente, solo así podrá ser sensible y entender la realidad humana en gran magnitud.
El hombre en toda su historia ha necesitado y necesitará puntos de referencia claros que le permitan avanzar sin poner en riesgo su integridad, y la integridad de su prójimo, esto deben saberlo las nuevas generaciones. Solo así será digno ante el Creador.