En procura del equilibrio y la salud
Extracto del libro “Momentos de meditación” de J. Canal
Nuestro cuerpo es lo único que, sin duda, nos durará la vida entera. No podemos decir lo mismo de nuestro cónyuge, hijos, casa, automóvil o dinero; sólo lo podemos decir de nuestro cuerpo. Es nuestra única posesión real y, en consecuencia, vale la pena tratarlo bien.
En nuestro cuerpo vivimos. Es nuestra casa en la tierra. Es el cuerpo por donde nuestra alma se comunica con el exterior; y lo exterior por medio de los sentidos de nuestro cuerpo viene hacia nosotros.
Lo que ven nuestros ojos entra en nuestro corazón. Nos puede amargar o hacer dichoso. Puede influir en nosotros y hasta tocarnos en lo más hondo. Nuestros ojos son las ventanas de nuestro corazón, si a nuestros ojos llega la luz, también llegará a nuestro corazón.
Es increíble como a través del cuerpo sentimos el calor del amor, la tierna caricia de la persona que nos ama, podemos hacernos presentes en la vida de los demás, hacerles compañía en su soledad; podemos hacer de padres, madres, es decir dar vida a nuestros hijos; podemos trabajar; ganarnos el pan de cada día; podemos comunicarnos oralmente y por escrito, correr, jugar, viajar.
Nuestro cuerpo es un alumno perfecto, podemos enseñarle a nadar, a conducir un avión, a manipular una sotisficada computadora, a tocar el piano, a arrodillarse frente al altar, a escalar montañas.
Debemos cuidarlo, no es un visitante que viene y se va. Es un compañero de viaje que se nos ha dado de por vida. Con él vivimos, pensamos, amamos, sufrimos y morimos. Si nuestro cuerpo está sano y es feliz, nosotros estaremos sanos y felices.
Por ellos tenemos que oírle, ayudarle y cuidarle. El cuerpo de los pequeños necesita muchas caricias y abrazos, y el cuerpo de los mayores también.
Que terrible sería si fuéramos sólo unos espectros, y al mirar un arroyo de agua fresca llenos de sed, no poder siquiera poder sumergir los pies en él, por lo menos para apaciguar el calor; o tal vez estar frente a un plato de la mejor comida y no poder saborearlo. Sería terrible convertido en un espectro, y no tener manos para acariciar a nuestros hijos que yacen tendidos en la camita; no poder abrazarlos ni calentarlos con nuestro cuerpo, ni oídos para escuchar su voz.
Factores que perturban nuestra salud
Afectamos nuestra salud cuando desatendemos nuestras necesidades biológicas, pero también nuestras necesidades espirituales. Si se priva a un individuo de Dios, enfermará como si se le privase de los alimentos adecuados. Igual se puede decir de la belleza, la bondad, la justicia, la libertad, la individualidad y todas las necesidades superiores.
Se atribuye muchas enfermedades a los pensamientos y formas de vida contrarios a la naturaleza humana.
Nuestra mente es como un mantel blanco: Depende de nosotros mismos mantenerlos limpio, puro y perfumado, o mancharlo con las tintas negras de los pensamientos negativos. Realmente cada uno decide sobre que mantel desea que le sirvan la comida de la vida.
Cuentan que un rey que estaba muy enfermo, le pidió a un sabio que lo curara. Este le dijo que se salvaría cuando consiguiera ver todo de color azul. El rey inmediatamente mando a pintar todo el reino de azul; las casas y los campos, mandó a teñir las telas de todo el reino, exigió a todos sus súbditos que vistieran de azul. Meses después, regresó el sabio a ver al rey. El centinela al verlo, lo obligó a ponerse un traje azul. Sorprendido el sabio le preguntó al guardia el porque; entonces el guardia le contesto: “Hace algunos meses un sabio demente le aconsejó a su alteza ver todo de azul”. El sabio respondió; “Yo soy ese sabio, pero quien se ha desquiciado es el rey”.
Al ver al monarca hizo una venia y dijo: “Su majestad, yo le pedí que viera todo azul, pero no que cambiara la creación de Dios. Lo que debió haber hecho es procurar cambiar su visión de las cosas y así habría solucionado su problema”.
Casi todas las enfermedades se agravan cuando predominan emociones negativas. Por ello, no debemos rumiar las dificultades y dolores, porque esto perjudica nuestra salud y agrava la enfermedad. La tristeza, la congoja, el sentimiento negativo, la situación de pesimismo, la desesperanza crítica, el sentir desmesuradas ambiciones, pueden llevarnos a un daño corporal irreparable. Una parte importante de las enfermedades cardiovasculares (infartos, derrames; etc.), tienen como historial de inicio un estrés emocional muy fuerte, el cual el organismo no puede resolver por sí solo.
Un hecho impresionante y que da que pensar: que en los países superdesarrollados el número de personas que se suicidan es mayor que los que mueren por las enfermedades transmisibles mas frecuentes. ¿Por qué? . La respuesta es para la mayor parte “la preocupación”.
La solución a nuestros conflictos está por lo general dentro de nosotros mismos: Más de la mitad de los pacientes que acuden a los médicos podrían aliviarse de sus males con sólo liberarse de sus miedos y preocupaciones; he allí el rol fundamental de la confianza en Dios. Desgraciadamente la mayoría tiende a buscar soluciones periféricas, superficiales, cómodas y se evitan medios que suponen esfuerzo, convicción, madurez, reflexión y un cambio en la vida.
Nada hay tan poderosamente bueno para la salud como alimentar la propia estima, cultivar una afición sana e integrarse a un grupo social, mucho mejor si se está en comunión con Dios teniendo la conciencia tranquila.
Si vivimos en una realidad desagradable y no se puede cambiar, aprendamos a cargar la cruz de cada día y no desesperar, tener la esperanza que recibiremos aún un premio mayor por aprender a soportar.
Para vivir una vida saludable
Los mejores médicos son la alegría, el amor, la amistad, la continencia, el trabajo, el sueño, el tiempo para la familia…. La alegría y el amor son los ingredientes principales en el compuesto de la salud.
“Nada sienta mejor al cuerpo que el crecimiento del espíritu”, por ello es importante llenarse de Dios y tener la conciencia tranquila.
Las fuerzas que más descansan son una religión saludable, ocupación y aficiones gratificantes, deporte, buenas amistades, buen descanso, amar la naturaleza, ayudar al prójimo , tiempo para la familia,.
Dice el padre Atilano Alaiz: “el mejor terapeuta para curar patologías psicológicas, deformaciones de carácter, individualismos, timideces, desequilibrios afectivos, incomunicación; el mejor terapeuta para todas esas patologías; es la vida en grupo.
En la convivencia grupal la persona se siente conocida, querida por sí misma. Se siente bien con la confianza que le brindan los que les rodean. En le grupo se satisfacen las necesidades básicas de la persona: afecto, aprobación, seguridad, apoyo, solidaridad; por ello es importante la familia como primer núcleo social.
Muchas veces hemos visto como una persona postrada en cama, mejora al ver a la familia reunida en torno a él, como si se encendiera una llama de vida dentro de su corazón. Todo lo contrario sucede con las personas abandonadas en un hospital, que no tienen familia o que simplemente no los vistan; el rostro sombrío y la mirada perdida denotan una tristeza profunda del alma.
Un científico experto en longevidad hizo un estudio a 600 personas que vivieron en los EEUU hasta los cien años. Encontró que esa gente vivió una vida larga y feliz por las siguientes razones:
1. Se mantuvieron ocupadas
2. Fueron moderadas en sus actos
3. Comieron poco y sobriamente
4. Hicieron de su vida fuente de optimismo
5. Se acostaron temprano y se levantaron temprano
6. Supieron librarse del temor y de las preocupaciones.
7. Tuvieron una mente serena
8. Tuvieron Fe en Dios
Preguntas
1. Describa Ud. el caso de una persona que Ud. conoce, a la cual una emoción negativa, le agravó o fue la causante de alguna enfermedad.
2. ¿Cuál cree Ud. que son los factores que perturban su salud?, tenga en cuenta los aspectos detallados en la lectura.
3. ¿Qué cree Ud. que le hace falta para procurar obtener una buena salud integral?
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